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Si usted se encentra en el proceso de alquilar o comprar una casa, es posible que, en los anuncios inmobiliarios, lea mensajes del tipo: “vivienda con certificado energético en tramitación” o bien, “esta vivienda cumple las normas vigentes en cuanto a eficiencia energética”. Esta certificación es obligatoria y su incumplimiento puede acarrear una importante sanción al propietario.
Se trata de un documento oficial expedido por un técnico debidamente cualificado y sirve para demostrar que el edificio cuanta con una serie de características que la hacen energéticamente eficiente. Lo necesitaremos de forma obligatoria cuando queramos vender o alquilar un local o vivienda de los que seamos propietarios.
En dicho documento se expone de forma objetiva la situación de la vivienda en lo que respecta al ahorro de energía. Para elaborarlo se calcula el gasto de energía normal que cada casa o edificio precisa para un año completo. Basándose en ese cálculo, el inmueble se calificará con una letra, entre la A y la G, en función de si es más o menos eficiente en cuanto a consumo energético.
Dentro del cálculo para el certificado energético se evalúan diferentes elementos, entre ellos, el consumo de agua caliente, luz, calefacción o aire acondicionado. Además, también se valoran otros elementos para calificar el ahorro energético: material de los cerramientos exteriores, carpintería, ventanas o tipo de climatizadores con los que está equipada la vivienda.
Los edificios o viviendas que vayan a ponerse en venta o alquiler en España, deben contar obligatoriamente con sus correspondientes certificados de eficiencia energética.
La calificación de la eficiencia energética de un edificio establecida por el Ministerio de Industria y Energía, publicada en el Boletín Oficial del Estado y de obligado cumplimiento para todas las CCAA se realiza mediante la asignación de una letra, desde la A (los más eficientes) hasta la G (los menos eficientes). Aparte de esta calificación de la eficiencia energética global, el certificado también incluye la información sobre el resto de factores energéticos del inmueble, como pueden ser, por ejemplo, la instalación de gas natural.
Al hablar de la etiqueta de eficiencia energética, debemos ponernos en el lugar de la persona que va a alquilar o comprar la vivienda. Obviamente, querrá saber cuánto le costará calentar o refrigerar la casa a la que va a mudarse. El precio será más o menos elevado dependiendo del mayor o menor grado de eficiencia energética de la misma.
Realmente, este tipo de análisis para la mejora de la eficiencia energética surgió como un incentivo a los edificios existentes más eficientes. El objetivo es desmarcarlos de los menos eficientes en cuanto al consumo de energía, con el fin de que los compradores los adquieran o alquilen con preferencia, siempre buscando un mundo más ecológico y sostenible que apuesta por las energías renovables.
Como hemos comentado, el objetivo de la etiqueta de eficiencia es ahorrar en consumo de energía y favorecer la compra o alquiler de los edificios más eficientes. Sin embargo, existen algunas excepciones en la que no es necesario pasar por el registro de certificados:
Monumentos y/o inmuebles protegidos de forma oficial al haber sido declarados de valor histórico-artístico.
En caso de que los propietarios no estén incluidos en alguno de los supuestos anteriores, antes de firmar el contrato para la venta o alquiler de su vivienda deberán presentar ante notario la certificación energética como parte de la documentación necesaria para la formalización de dicho contrato.
Actualmente, conseguir en el registro los certificados de eficiencia es un trámite realmente fácil y rápido:
Localizar un técnico competente, cualificado en certificación energética de edificios en nuestra área de residencia para que se encargue de tramitarlo. ¡En caso de duda, podemos recurrir a San Google para que nos ayude en la búsqueda!
Concertar una cita con el técnico para que inspeccione el inmueble in situ. Éste, para realizar su informe básico de certificación de eficiencia, se encargará de realizar un esquema de la vivienda, tomar medidas, revisar los diferentes materiales tanto de las fachadas como de los sistemas de cerramiento, examinar la instalación de los sistemas de calefacción/refrigeración, etc. Una vez finalizada esta revisión, irá introduciendo todos los datos recopilados en un programa informático que se encargará de la calificación energética de la vivienda y de otorgarle la correspondiente etiqueta en función de su eficiencia.
Con todos estos datos, el técnico elaborará su informe final, que deberemos conservar. En éste, se especificarán los consejos o sugerencias para mejorar la calificación energética del edificio.
El precio del certificado de eficiencia energética de un edificio variará en función de cada técnico y del trabajo que deba realizar. Existen diferentes factores que van a influir en el mayor o menor coste en el proceso básico de certificación: tipo de edificación, superficie total en m2, comunidad autónoma, etc.)
Hay que tener en cuenta que no todos los certificados de eficiencia energética requieren el mismo trabajo. Hay técnicos que son más meticulosos que otros y en el precio pueden incluir algunos extras, por ejemplo, hacer su registro en el correspondiente organismo.
Basándonos en todo ello, podemos decir que, a modo orientativo, el precio más habitual de un certificado de vivienda energética para una vivienda de 80 m2 estaría entre los 50 y los 250 €. Este precio se incrementará progresivamente para viviendas de mayor tamaño.
El certificado de eficiencia energética de edificios y viviendas tiene una validez de 10 años desde el momento de su emisión. Este certificado es imprescindible si queremos vender o alquilar un inmueble en las mejores condiciones.
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