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Dicho de forma fácil, purgar un radiador de agua caliente es muy fácil y rápido. Se trata de una acción indispensable para evacuar la presión y eliminar las burbujas de aire o los residuos que se forman en el interior. Si no eliminamos los residuos, éstos terminarán por impedir el buen funcionamiento del sistema de calefacción, e incluso podrán llegar a obstruir las cañerías. La purga es una operación muy fácil de realizar, aunque muy importante para evacuar el aire que haya penetrado en el sistema de circulación del aire caliente.
Si no se hace la purga del radiador, es posible que a la larga termine por no encenderse. Algo no deseable cuando necesitamos calefacción, por ejemplo, cuando se va el calor, el otoño ya se aproxima y hay que empezar a encender unas horas. Por suerte, la purga es muy fácil de realizar y podemos hacerla nosotros mismos en casa. Para ello, es suficiente con conocer la técnica, con solo tomar unas cuantas precauciones. Los modelos de radiador más recientes pueden incluso llevar purgadores automáticos.
Por otra parte, purgar el radiador de agua es un sistema muy eficaz para suprimir las burbujas de agua en las cañerías. Y eso no es todo: la purga también es el medio óptimo para optimizar el rendimiento de los radiadores de agua caliente, incrementando su vida útil. Por último, también hay que tener en cuenta el ahorro de energía que conseguiremos, algo nada despreciable. Por tanto, la purga es ideal para la eficiencia energética de la calefacción.
¡Purgar los radiadores al menos una vez al año es el mejor modo de mantener la instalación de la calefacción y los radiadores en perfectas condiciones!
El purgado de radiadores es aún más fácil con la válvula termostática conectada e inteligente Netatmo. Estas válvulas termostáticas también permiten controlar de forma precisa la temperatura del radiador. Optimice su confort térmico, el consumo de energía y su sistema de calefacción gracias a este práctico dispositivo.
Ahora ya sabe que purgar los radiadores de forma regular tiene su importancia. Pero ¿cuándo hay que hacerlo? No merece la pena purgar los radiadores cada mes, sino cuando sea realmente necesario. Por lo general, lo aconsejable es hacerlo una vez al año, al final del verano o comienzos de otoño, cuando las temperaturas empiezan a bajar y hay que ir pensando en volver a encender la calefacción y la caldera. Purgar los radiadores más de una vez al año, puede ser una pérdida de tiempo salvo excepciones.
Obviamente, si creemos que los radiadores calientan poco o notamos que algo no va bien, podemos purgarlo para intentar solucionarlo. Por otra parte, si alguno de los radiadores no tuviera la misma temperatura en toda su superficie, sin duda ha llegado el momento de purgarlo. Por último, también los purgaremos si escuchamos ruidos extraños procedentes de las cañerías.
En cualquier caso, no hay que preocuparse. La purga es muy rápida (además de fácil) y en solo unos minutos podremos volver a poner en perfecto funcionamiento los radiadores. Por eso no merece la pena hacerla una y otra vez inútilmente.
Antes de iniciar el purgado del radiador, hay que armarse de una pinza o destornillador, una llave inglesa o llave para purgas, un cepillo metálico (si el radiador es antiguo), y un recipiente pequeño. Es recomendable empezar por el radiador más cercano a la caldera y terminar por el que esté más lejos (especialmente, en el caso de los edificios de pisos, ya que, en caso contrario, se corre el riesgo de tener que empezar de nuevo una vez que los últimos radiadores han sido purgados).
Primer paso para purgar los radiadores: si el radiador de agua está equipado de un purgador (como en la mayoría de modelos nuevos), gire esa pieza, una especie de tornillo situado en la parte superior del radiador. Cuando el aire comience a salir, la purga habrá terminado.
Para purgar radiadores antiguos que no disponen de dispositivo purgador, empiece por colocar un recipiente debajo del tornillo de purga (situado en el lado opuesto al grifo de control del calor).
A continuación, gire el tornillo o la válvula termostática durante unos segundos y espere: debería escuchar un ligero silbido del aire.
El siguiente paso a dar dependerá de si el modelo de radiador es antiguo o reciente. En los radiadores que están equipados con una especie de tornillo con una ruedecilla, hay que desenroscarla sin llegar al final del todo.
En los radiadores más antiguos con llave de purgar, quitar las capas de pintura que pudieran bloquearla con ayuda de un cepillo metálico. Seguidamente desbloqueamos la llave del radiador y la volvemos a cerrar cuando empiecen a salir las primeras gotas de agua.
Por último, hay que volver a atornillar el tornillo, con cuidado y sin forzar. Después, regule bien la válvula termostática o el grifo (completamente abierto) a la temperatura adecuada. Con este sencillo gesto conseguiremos mejorar el rendimiento de la calefacción.
El hecho de purgar los radiadores puede tener por efecto que disminuya la presión en el interior del circuito de calefacción. ¡Eso es un problema! Puede restablecerla simplemente añadiendo agua en el interior, a través del grifo de llenado del circuito de la calefacción (en la parte inferior o junto a la caldera).
Abrir este grifo con mucho cuidado, arranque el llenado y volver a cerrar cuando la aguja del manómetro (contador de aguja de la caldera) esté al nivel de presión recomendado. El nivel de presión de la caldera recomendado se encuentra en la zona verde de la esfera. Para una casa de planta sencilla o apartamento, la presión de la caldera será de 1,5 bares. Para una vivienda con más de una planta, de 1,8 a 2 bares.
Purgar los radiadores tiene su importancia y además es muy fácil de hacer. Con solo unas herramientas, un poco de paciencia y algo de cuidado, podrá realizar esta operación de forma fácil y rápida. En caso de duda, déjese aconsejar por un técnico, que también podrá encargarse de realizar el purgado por usted.