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El gas natural es una energía no renovable, ya que las existencias que hay en el planeta son limitadas y, además, se necesitan miles o millones de años para que se produzca. Por ese motivo, a medida que su consumo aumenta en el mundo sus precios hacen lo propio. ¡Atención! El gas natural y el biogás (llamado también gas verde) no tienen nada en común, excepto que se utilizan de forma similar pero los procesos por los que se obtienen son completamente diferentes.
El gas natural recibe este nombre porque se encuentra de forma natural en el subsuelo de muchos lugares del planeta. Se ha ido produciendo en el transcurso de miles o millones de años, y este proceso aún continúa hoy en día. Al igual que el resto de hidrocarburos (petróleo, carbón, etc.), el gas natural es una energía fósil. Una vez que ha salido de la tierra, se destina a la importación y a la exportación, se transporta, almacena y explota para la producción de calor y electricidad. A veces, también se puede utilizar para procesos industriales. Bajo la superficie del suelo se encuentran auténticas bolsas de gas que forman los yacimientos de gas natural.
Aunque la composición del gas natural puede variar de un yacimiento a otro, es sustancialmente similar en sus proporciones. Por lo general, este gas suele tener entre un 81 y un 97% de metano, el gas principal del gas natural y de cantidades variables de etano, azote, dióxido de carbono y propano. El metano también forma parte de la categoría de hidrocarburos.
¿Sabía que el gas natural es incoloro e inodoro? El olor característico que conocemos procede de un aditivo llamado etanetiol o mercaptan etílico.
¿Qué ocurre con el impacto del gas natural en el medio ambiente? Pues que es tanto positivo como negativo ya que depende de si lo consideramos una energía limpia, o, por el contrario, un elemento que contribuye a la degradación medioambiental. Todo depende de la dependencia que tengamos del gas natural para la calefacción o la electricidad, ya que las condiciones variarán en función de la compañía que lo distribuya. En líneas generales el gas es menos nefasto que otros hidrocarburos como el petróleo o el carbón. Sin embargo, hay que resaltar que este tipo de energía tiene un papel negativo en el cambio climático.
Para mejorar nuestro nivel de eficiencia energética y reducir la factura de calefacción y electricidad, el termostato conectado e inteligente Netatmo nos ayudará a programar y controlar la calefacción de gas natural. Muy fácil de utilizar, conectado y ergonómico. Este dispositivo será nuestro gran aliado para optimizar el consumo y el gasto de energía al año.
Hay que distinguir 2 grandes tipos de gas natural: húmedo y seco dependiendo de su formación (y, por tanto, de su producción), y del lugar de su yacimiento. Sin embargo, que sea de uno u otro tipo no influirá realmente en su extracción, distribución o consumo para los clientes.
El gas natural seco se extrae de residuos vegetales, piedra, arena y diferentes sustancias orgánicas. Todo ello se carboniza por la subida de la temperatura que implica la producción de turba, lignito y hulla, para, finalmente, generar metano.
El gas natural licuado procede de los residuos de algas marinas y de plancton, que se convierten, primero en betún y después en petróleo en el transcurso de miles o millones de años. A causa de las fuertes temperaturas y de la presión, la descomposición del betún termina formando este gas natural húmedo.
Se trata de dos tipos de gas bien diferentes. El gas ciudad, compuesto esencialmente de monóxido de carbono y di-hidrógeno, ha ido sustituyéndose por el gas natural, menos peligroso. El gas ciudad se utilizaba para la iluminación pública, para la calefacción y para cocinar, aunque su toxicidad lo convertía en una energía de riesgo.
En España, el mercado de distribución del gas natural era un monopolio hasta que se liberalizó en el año 2008. A partir de entonces, cada usuario puede elegir libremente la tarifa de gas y la compañía distribuidora de gas natural que prefiera (Unión Fenosa, Naturgy Iberia, Gas Naturgy, Repsol, Gas natural EDP, Cepsa, etc). Aún existen tarifas de gas y electricidad reguladas por Endesa o Iberdrola, que sirven de base para que el resto de distribuidoras establezcan sus propias tarifas.
Las tarifas del gas natural reguladas podrían desaparecer en los próximos años, lo que podría tener un impacto positivo o negativo en los precios del mercado, que aún está por ver.
En España, la producción de gas natural es muy escasa. Casi todo el gas que consumimos procede de Noruega, Rusia, o Países Bajos. Para consumir esta energía, dependemos de nuestros socios comerciales, que nos hacen llegar el gas a través de gaseoductos y otros sistemas de distribución del gas natural. España tampoco tiene mucho que decir sobre la tarifa del gas natural a los usuarios ya que no puede asegurar su producción. Algunos países como Rusia, tienen por tanto un gran poder por su papel como productor de energía y en particular del gas natural, cuyo consumo está tremendamente expandido.
Aunque exista una tendencia descendente en el consumo de gas durante los próximos años hasta llegar a una estabilización, (8,7 kW/h de media por habitante), el precio de sus tarifas no deja de aumentar. Pero de forma paralela, el consumo de gas natural en los hogares españoles, se ha duplicado desde la década de los 70. Muchos usuarios vulnerables no pueden pagar las altas tarifas del gas natural y por eso el gobierno establece el bono del gas natural a precio reducido para estos colectivos.
El gas natural sigue siendo muy asequible en comparación con la tarifa de otro tipo de energías. Muy utilizado para la calefacción, sin duda es un buen medio para optimizar nuestra eficiencia energética a precio económico. Sin embargo, hay que tener en cuenta su impacto medioambiental negativo. Al contrario de lo que parece, no es ni una energía limpia ni es una energía renovable. Es preferible usar biogás, que, aunque tiene un precio algo superior que el gas ciudad tradicional, aunque mucho más respetuoso con el medio ambiente.