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La contaminación interior afecta sobre todo a las personas más sensibles de nuestra sociedad. Los contaminantes del aire interior pueden provocar asma, alergias, dolores de cabeza, mareos, irritación y otros problemas, especialmente respiratorios. Entre los grupos de población más vulnerables se encuentran los niños.
Por ese motivo, la calidad del aire en las escuelas primarias y preescolares, así como en las guarderías, está sujeta a un control especial y respaldada por la ley. Pero este control no lo es todo: se imponen reglas para evitar que los niños estén expuestos a niveles excesivos de contaminación. Su salud es más frágil y son más susceptibles a la mala calidad del aire interior.
De hecho, cabe señalar que en los edificios escolares existen múltiples fuentes de emisión de sustancias contaminantes. Podemos citar, por ejemplo, materiales de construcción, muebles, productos de limpieza, aparatos de calefacción y cocina, materiales utilizados para actividades como pintura o pegamento, material escolar, y un largo etcétera. Las fuentes de contaminación interior en las escuelas y guarderías son muy numerosas y variadas.
Aunque reducir el nivel de contaminantes del aire interior en aulas y guarderías es algo imprescindible, también se ha demostrado que una buena calidad del aire interior (sobre todo, relacionada con una óptima ventilación de los espacios) tiene muchas ventajas.
Observamos, por ejemplo, un mejor aprendizaje, menor fatiga, menor absentismo, mayor salud y mayor bienestar de los jóvenes ocupantes del local … ¡y no tan jóvenes!
La contaminación del aire es un auténtico problema. Para la purificación del aire interior y eliminación de los contaminantes, analice los datos de su entorno utilizando el módulo interior de la Estación Meteorológica Inteligente Netatmo. Reciba datos clave en tiempo real desde la comodidad de su hogar, y alertas directas en su móvil cuando sea el momento de renovar el caudal de aire en los espacios interiores cerrados.
Existe una normativa específica para limitar la contaminación interior en edificios en los que hay niños (un sector sensible de la población). Una ley de compromiso nacional con el medio ambiente que hace obligatorio el monitoreo de la calidad del aire interior en escuelas y guarderías.
En España, el RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios), encargado de controlar la calidad del aire, establece que el nivel de calidad del aire en los interiores de las guarderías y escuelas infantiles debe ser de categoría IDA 1 (aire de óptima calidad) En cuanto a las aulas, el aire debe ser de categoría IDA 2 (aire de calidad buena.
Por otra parte, el RITA establece la obligatoriedad de que los espacios educativos en guarderías y escuelas observen unos mínimos requisitos respecto a la ventilación, la aireación y la calidad del aire en estos espacios interiores.
Si estas regulaciones existen, es porque los análisis han demostrado que la concentración de partículas contaminantes en el aire es mayor en las escuelas que en otros espacios interiores. Esto se debe en particular a las numerosas fuentes de contaminación que existen en estos espacios (material escolar, colas, mobiliario…), y también a la densidad de ocupación de los locales y, en ocasiones, a una renovación inadecuada del aire del edificio.
Por lo tanto, el gobierno está comprometido a través de una normativa específica a reducir la exposición a las principales fuentes de contaminación del aire interior en lugares abiertos al público, especialmente en aquellos lugares en los que existan sectores de población más vulnerables, como en el caso de los colegios y guarderías. Pero ¿cuál es realmente el nivel de calidad del aire dentro de las escuelas y guarderías?
Todo depende de la ubicación. Varía mucho según la escuela o guardería estudiada. Pero lo cierto es que los contaminantes tóxicos siguen siendo demasiado numerosos y que aún hay que mejorar la calidad del aire en el interior de estos establecimientos. Después de todo, lo que está en juego es la salud de los niños.
Los peores enemigos del aire limpio y sano en las escuelas y guarderías suelen ser los mismos que en el hogar: el monóxido de carbono, el dióxido de carbono o los compuestos orgánicos volátiles o COV. Quizás ya hayas oído hablar del formaldehído o el benceno, que son dos de los principales contaminantes del aire interior.
Sus efectos sobre la salud son peligrosos y, sin embargo, nada impide que sigan aumentando la mala calidad del aire interior al contribuir significativamente a la contaminación del aire interior tanto en lugares públicos como privados.
El formaldehído, ha sido reconocido como irritante y cancerígeno. Sin embargo, todavía se encuentra en muchas colas, pinturas, aglutinantes y resinas. También se ha establecido un valor guía para el formaldehído, el COV más peligroso, aunque más extendido: hasta 2023, la máxima exposición a largo plazo será a 30 µg / m³. Después se fijará en 10 µg / m³.
En cuanto al benceno, es otro COV cancerígeno con efectos hematológicos muy nocivos. Se emite por combustión: cigarrillos, chimeneas, gases de escape, etc. El valor guía para este contaminante ha sido de 2 µg / m³ desde el 1 de enero de 2016.
Aunque estos "valores guía" atribuidos a cada COV se determinaron en base a los baremos establecidos por la Agencia Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutrición, y el Consejo Superior de Salud Pública, se sigue recomendando evitar estas sustancias a toda costa. La calidad del aire interior mejorará y la salud de los habitantes también.
Las guarderías, escuelas y otros lugares en los que hay niños, un sector de la población vulnerable están en el buen camino hacia un aire interior más respirable. Pero este camino aún es largo y a pesar de los esfuerzos de las autoridades públicas para mejorar la calidad del aire interior en estos lugares, los propios establecimientos deberán intensificar su trabajo para garantizar una mejor salud y un futuro más limpio para nuestros niños.