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El gas ciudad, estrictamente hablando, es el nombre de un gas que se ha estado utilizando durante los últimos siglos para iluminar y/o calentar las viviendas. No es un gas natural, ni mucho menos, una energía limpia, renovable o ecológica. Peor aún. Es un gas que supone un gran peligro para la salud y el medio ambiente. Por suerte, en la actualidad su consumo está en desuso.
En la actualidad, el gas ciudad se considera un vestigio del pasado en España. Se utilizó sobre todo a finales del s XIX y principios del XX. El gas ciudad se producía en las fábricas, sobre todo a través de la destilación de la hulla antes de ponerlo en circulación en la red de distribución nacional.
Su principal forma de explotación era usarlo como fuente de energía para el alumbrado de las luminarias en la vía pública y de cierto tipo de lámparas; para la calefacción y a veces para cocinar y para la cocina en general. No servía para la calefacción.
Al estar compuesto en gran parte por monóxido de carbono, que a su vez es un tipo de gas conocido por sus efectos nocivos, el gas ciudad era por tanto un gas muy tóxico, aunque su uso estuviera muy extendido. Puede ser, en efecto, muy dañino para la salud incluso en su uso habitual. La inhalación de gas ciudad y más concretamente, de monóxido de carbono, puede ocasionar pérdida de conocimiento o incluso la muerte en caso de exposición prolongada.
Por otra parte, además de su peligrosidad, el gas ciudad es muy contaminante, mucho más que el gas natural, que ya de por sí también es contaminante. Por motivos de seguridad, el gas ciudad se fue sustituyendo por el gas natural, que, con la ayuda de una caldera de gas, sirve para poder cocinar, obtener calefacción, electricidad, agua caliente, etc.
Aunque pueda parecer que hablamos del mismo tipo de gas, son muy diferentes. Como hemos visto, el gas ciudad está compuesto en su mayor parte de monóxido de carbono, un gas tóxico que puede ser muy peligroso, y de di-hidrógeno.
Por este motivo el gas ciudad se ha reemplazado por la instalación del gas ciudad en las últimas décadas, ya que este es mucho menos peligroso. El gas ciudad antes era la energía de referencia, aunque tuviera sus riesgos. El gas natural no presenta tantos riesgos.
Cuando empleamos el término “gas ciudad” en su más amplio sentido, designa a todos los tipos de gas que tienen como rasgo común el hecho de ser los que se distribuyen en las viviendas. En primer lugar, se refiere al gas hidrógeno, convertido en gas hidrógeno carbonado, gas light, gas ciudad para iluminación, y gas manufacturado. En todos los casos hablamos del mismo tipo de gas obtenido por la destilación o pirolisis de la hulla, en diferentes momentos de la historia y desarrollo del país.
También, al hablar del suministro de gas ciudad, podemos estar refiriéndonos a varios “experimentos” como fueron el gas de petróleo, de resina, de leña, de aceite, de turba, de aire o incluso al gas de agua. En la mayoría de casos, estas pruebas no tuvieron el éxito esperado.
En conclusión: lo que hoy en día entendemos por “gas ciudad” es el gas natural que, a través de la red de distribución de gas conectada a la calefacción o red eléctrica, usamos en nuestras viviendas. Se trata de una energía indispensable tanto a nivel profesional como particular. Por tanto, cuando ahora hablamos de una caldera de gas, hablamos de gas natural y no de gas ciudad.
Las tarifas de la factura del gas ciudad, es decir, del gas natural que actualmente usamos en las viviendas, no siempre son fáciles de explicar ni de conseguir que los ciudadanos las entiendan. Las tarifas del gas dependen de los servicios de suministro contratados y de las diferentes ofertas.
Lo primero que hay que saber es que los precios del gas ciudad o gas natural se componen de una tarifa fija, que podrá ser diferente en función del proveedor. Esta parte del precio no es negociable. A continuación, habrá que tener en cuenta el precio del kW/h del gas ciudad, que será diferente en función del proveedor elegido. Recordemos que los usuarios pueden elegir libremente su compañía de gas desde 2008 para encontrar la tarifa de gas más barata, y que hay mucha competencia. Por eso lo mejor es comparar los precios de la tarifa del gas que ofrecen la mayor cantidad posible de proveedores a través de un comparador.
El precio del kW/h del gas natural dependerá, por tanto, de varios factores: en el caso de Endesa, el proveedor público tradicional, es el Estado el que fina las tarifas. Por su parte, las compañías alternativas, (Gas natural Fenosa, Cepsa, Repsol, Edp…), pueden ofrecer precios inferiores a las tarifas reguladas.
El gas ciudad es un gas tóxico que fue muy utilizado en España para la luz, calefacción o para cocinar. Hoy en día, llamamos “gas ciudad” al gas natural que utilizamos a nivel colectivo o particular en viviendas y locales. Actualmente, los usuarios tienen libertad para elegir el proveedor, tarifa de gas más económica o tipo de contrato que mejor se adapte a sus necesidades. Siempre que sea posible, lo mejor es optar por el biogás o “gas verde”, un gas que no tiene efectos nocivos para el medio ambiente.