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La mayor parte del número de incendios domésticos pueden evitarse con unas sencillas normas de precaución.
A diario, nos movemos en diferentes zonas públicas y privadas para desempeñar nuestras tareas rutinarias: despachos, colegios, tiendas, oficinas de la administración, etc. La característica común de todos estos lugares es que todos ellos están equipados con potentes equipos para la prevención y extinción de un posible fuego.
El mero hecho que muchas personas transiten por estos espacios es motivo de sobra para extremar las medidas de precaución que garanticen la prevención de incendios y la preservación de la seguridad de los presentes.
Sin embargo, al volver a casa, la situación es muy diferente. Aunque la lógica (¡y los datos estadísticos!) indican que la simple instalación de un detector de humos inteligente podría salvar nuestra vida en caso de incendio, en nuestro país y en cada comunidad autónoma, la legislación aún es muy laxa al respecto.
La ley que regula la instalación de estos dispositivos se pierde en multitud de normas, guías, sugerencias y otro tipo de documentación incoherente para cada una de las comunidades autónomas, que no arroja ninguna luz sobre el tema. La instalación o no de estos aparatos de seguridad queda a la consideración de cada propietario, o del arquitecto encargado de hacer los proyectos de obras. Esto tiene varias consecuencias:
Pero sin duda, lo más importante de todo es que la ausencia de medidas contra incendios en la vivienda puede tener consecuencias muy graves tanto para los bienes como para la integridad física de los ocupantes de la vivienda.
Según las estadísticas de incendios en España, de origen doméstico, la mayoría de fuegos domésticos tienen una serie de características comunes:
Víctimas de incendios en España: ¿Cuáles son los principales colectivos de riesgo en un incendio doméstico?
El mayor porcentaje de víctimas mortales de incendios se da en los siguientes colectivos:
Con estas estadísticas en la mano, queda clara la imperiosa necesidad de tomar medidas de protección para disminuir el número de víctimas mortales. Resulta imprescindible una concienciación social sobre el peligro de incendios y la necesidad de equiparnos con los elementos adecuados para prevenir, proteger y extinguir el fuego, en caso necesario.
En España aún no es obligatorio instalar detectores de humo ni extintores de incendios en las viviendas privadas. Sin embargo, estos elementos han demostrado su altísima eficacia ante este tipo de siniestros, y también en la detección de gases nocivos como el monóxido de carbono. Por tanto, aunque aún no estemos obligados por ley, es altamente recomendable equipar la vivienda con estos elementos de seguridad.
Por lo que respecta a las instalaciones y establecimientos de cara al público, sí existe un reglamento que define el tipo de instalaciones y mantenimiento contra incendios en este tipo de edificaciones. El Reglamento de instalaciones para la Protección contra Incendios, aprobado en julio de 2017, define las condiciones de diseño, instalaciones, mantenimiento o inspección técnica de todos los elementos de protección contra incendios, presentes en este tipo de instalaciones.
Además del RIPCI, el 12 de diciembre de 2017 el Gobierno aprobó otro Real Decreto (RD 53/2017) para legislar las normas contra incendios en áreas de los garajes comunitarios vecinales que antes no estaban cubiertas en ninguna normativa.
Según los expertos, proteger nuestras viviendas contra incendios está al alcance de todos. Con una inversión de unos 70 euros podemos equiparnos con un kit básico de protección contra el fuego:
Además de estas medidas, podemos incrementar el nivel de protección en el hogar realizando un tratamiento de ignifugado a los muebles, suelo, materiales textiles, etc., que servirá para que las llamas no se propaguen o lo hagan más lentamente.
Otra medida sumamente eficaz es instalar dispersores automáticos de agua. Estos dispositivos rocían agua al detectar humo. De este modo, en muchas ocasiones consiguen atajar el fuego en su origen, o al menos, minimizar los daños.
Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de establecer una serie de buenas prácticas en nuestros hábitos diarios para minimizar los riesgos de incendio:
Además de estas medidas, podemos incrementar el nivel de protección en el hogar realizando un tratamiento de ignifugado a los muebles, suelo, materiales textiles, etc., que servirá para que las llamas no se propaguen o lo hagan más lentamente.
Otra medida sumamente eficaz es instalar dispersores automáticos de agua. Estos dispositivos rocían agua al detectar humo. De este modo, en muchas ocasiones consiguen atajar el fuego en su origen, o al menos, minimizar los daños.
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